Los gitanos

"Hace ocho días me quedé extasiado ante un campamento gitano que se había establecido en Rouen… Lo admirable es que a pesar de ser inofensivos como corderos excitaban el odio de los burgueses. Este odio se debe a algo muy profundo y muy complejo. Es el odio que se tiene al beduino, al filósofo, al poeta, y hay miedo en este odio. Este odio me exaspera, a mí que estoy siempre a favor de las minorías".


Gustave Flaubert (carta a George Sand).

Aún hoy, el origen de los pueblos gitanos se encuentra envuelto en el misterio y, en muchos casos, la fábula. Ya la propia palabra gitano se deriva de la errónea creencia de una supuesta procedencia egipcia. En el transcurso del tiempo se han sostenido insólitas ideas sobre su origen, entre ellas la de una supuesta vinculación con una de las tribus judías extraviada en su huída del cautiverio en el Egipto faraónico. Incluso se ha llegado a sostener la leyenda de ser una comunidad condenada a vagar por el mundo por haber sustraído los clavos del Cristo crucificado.

Lo cierto es que los orígenes de los pueblos rom (rhom) o romaníes se hallan inmersos en el terreno de las conjeturas y, entre las más verosímiles se sitúan sus ancestros en una zona ubicada entre la actual India y Pakistán aunque se desconocen las causas reales que determinaron su desplazamiento hacia el occidente europeo. Tal como pasó con el pueblo judío, los gitanos cargan con la estigmatización practicada por las comunidades estables que observan con prevención todos aquellos comportamientos ajenos a las identidades nacionales.

En esta temática, generalmente, se ha impuesto una visión integracionista de carácter asimilador la cual ha sido, en mi opinión, uno de los obstáculos que han dificultado su aceptación, ya que ello excluye un acoplamiento que respete aspectos de carácter identitario vinculados a su idiosincrasia. En este camino, las medidas tomadas por el presidente francés Sarkosy, que han determinado la expulsión del territorio galo de las comunidades gitanas procedentes de Rumania, abundan en el alejamiento de las vías propiciatorias a un acercamiento hacia una problemática visiblemente vinculada con la pobreza, la miseria, la segregación y el rechazo social.

Según fuentes del Banco Mundial, de los siete a nueve millones de ciudadanos gitanos existentes en Europa, unos 2 millones viven en Rumania. Este es, pues, uno de los países europeos que cuenta con una mayor número de gitanos y, a su vez, el lugar donde han sufrido mayor discriminación y persecución a lo largo de la historia. Baste decir que hasta 1864 no fue abolida la esclavitud gitana en suelo rumano. Tampoco podemos olvidar que entre los excesos de la barbarie del nazismo los gitanos fueron víctimas de una enorme crueldad ordenándose su internamiento y finalmente su ejecución en masa.

En nuestro país, donde reside una amplia y heterogénea comunidad gitana, poseemos muchos ejemplos de convivencia con las comunidades y personas de origen gitano aunque, evidentemente, aún pesan actitudes racistas y xenófobas. Así, podemos observar la escasa sensibilidad que acompaña a muchos de nuestros dirigentes, incluido el presidente de nuestro gobierno José Luis Rodríguez Zapatero quien ha optado por asentir ante las prácticas discriminatorias del presidente francés.

Pero el tono más agrio lo ha puesto la portavoz popular catalana Alicia Sánchez Camacho, con actitudes cercanas al Frente Nacional francés de Jean-Marie Le Pen como se demostró en su visita a los barrios rumanos de Badalona. En este caso, tanto el jefe del principal partido de la oposición, Mariano Rajoy que se ha mostrado valedor de la actitud provocativa de su portavoz en Cataluña, como el propio gobierno de Rodríguez Zapatero se muestran más cercanos a los discutibles planteamientos del conservadurismo francés que a la valiente y loable posición de la Comisaria Europea de Justicia, la luxemburguesa Viviane Reding o la del propio Presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durao Barroso.

Ni antes ni ahora, los reduccionismos integracionistas muestran utilidad efectiva como demuestra la tozuda realidad. Ni la segregación ni el rechazo son herramientas que deban utilizarse para generar un impulso que, partiendo del respeto escrupuloso a las identidades de los pueblos gitanos, posibiliten su paso hacia la modernidad de las sociedades multiculturales y al ejercicio de la plena ciudadanía fundamentada en el respeto hacia derechos individuales y colectivos, especialmente hacia las minorías étnicas, religiosas o lingüísticas.
29/09/2010