Obscenidades financieras

Según el Banco de España el proceso de recapitalización de las cajas de ahorro ha requerido 13.389 millones de euros. En reciente rueda de prensa el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, ha declarado que la aportación pública ha ascendido a 7.551 millones de euros por 5.838 del sector privado.

Según acaba de manifestar el mismo Ordóñez, la CAM, cuyo rescate costará más de 2.800 millones de euros a las arcas públicas, es "lo peor de lo peor". Ante esta afirmación es oportuno hacer un poco de memoria y recordar como hace tan solo escasos meses, en marzo pasado, el entonces presidente de la Generalitat valenciana, el popular Francisco Camps, declaraba que la CAM "es una caja ejemplar que genera prosperidad y bienestar".

Antes de la intervención, altos ejecutivos de la Caja se aseguraron elevadas prejubilaciones. Otros miembros de la entidad financiera no fueron menos parcos como nos demuestra el caso de la exdirectora de la CAM quien intentó asegurarse un sueldo vitalicio de 350.000 euros anuales, suculento botín que muestra una codicia sin límites, máxime si consideramos que el coste de estos desaguisados lo pagarán los contribuyentes en un contexto de recortes de los servicios públicos esenciales y fuerte desempleo.

En el caso de otra de las cajas intervenidas, Novacaixagalicia, con 2.465 millones de costo, las cosas van por el mismo camino como evidencia el hecho de que la entidad ha destinado 23,6 millones de euros para hacer frente a la salida de tres altos ejecutivos, montante que también podría ir a cargo de los ciudadanos.

Por si fuera poco, esa escandalosa e indecente situación es simultánea a la existencia de una masa de desahuciados –un total de 16.500 en el segundo trimestre del año en curso– que ven como se esfuma su vivienda por imposibilidad de hacer frente a las cuotas de las hipotecas bancarias. Así, la precariedad económica de los que no pueden hacer frente a los reclamos bancarios se agrava con la pérdida de la vivienda y, en el colmo de la desesperación, por tener que continuar pagando las cuotas de la vivienda que les ha sido sustraída.

Es la irresponsable política de amplios sectores financieros la que en buena parte ha generado la situación de crisis que padecemos con el consiguiente retraimiento de crédito, la recesión y, en el mejor de los casos, el estancamiento del crecimiento económico.

Los dineros de los contribuyentes dedicados al "saneamiento" de las finanzas de estas entidades aventureras no es el único pago que los ciudadanos debemos realizar a estos incalificables culpables, ya que el paro y los recortes sociales son la única alternativa que surge de las mentes de los gobernantes. Algunos de ellos, singularmente el Partido Popular y Convergencia i Unió, obsesionados por recortar lo que más presente y futuro ofrece a la mayoría: la educación y la sanidad pública de calidad y los servicios sociales.

Aquellos políticos megalómanos –como nuestro popular imputado Jaume Matas– no sólo gestionaron mal, como demuestra el caso del Palma Arena, por citar el más conocido, sino que se embarcaron en proyectos de dudosa viabilidad como el Palacio de Congresos cuyo esqueleto ha quedado plantado en la bahía de Palma o el proyecto de construcción del Palacio de la Ópera, sin olvidarnos de la creación de múltiples empresas públicas que hoy se dedican a desmantelar los herederos directos de los que las impulsaron.

El último dato del paro, referido al mes de septiembre del año en curso, ha mostrado un incremento de 95.817 personas que han engrosado las listas del desempleo, casi el doble de las cifras del año pasado en el mismo mes. Continúa, pues, una caída en picado de la actividad productiva. El problema del crecimiento económico es el centro medular de la crisis.

En Europa los gobiernos liderados por el tándem galo-alemán, han optado por una reducción del gasto público lo que, inevitablemente, influye negativamente en el crecimiento de la actividad a la vez que suma otra fuente de desempleo provocada por los recortes en las administraciones públicas.

El propio Fondo Monetario Internacional ha llamado la atención sobre el hecho de que los ajustes para reducir el déficit no deben interferir en el crecimiento, aunque la realidad es que la política de ajuste hasta ahora practicada no está dando los resultados esperados y sigue provocando más paro, sin que se logre activar una economía débil en puertas de una probable segunda recesión de consecuencias incalculables.

Mientras, el pretendiente popular ya se ve inquilino de La Moncloa y un verdadero espectáculo de piruetas dialécticas inunda los medios de comunicación con demagógicas declaraciones que van desde un González Pons que promete tres millones de empleos, que resultan ser solo objeto de un deseo, o la representante en Cataluña deñ Partido Popular, Alicia Sánchez Camacho quien contrariando lo practicado por su partido donde gobierna, como ocurre en nuestras islas, tiene la desfachatez de afirmar que la sanidad y la educación son sagradas.

Al tiempo, profesores y alumnos se movilizan en defensa de la educación pública y en el sector sanitario se introducen drásticos recortes que precarizan la oferta hospitalaria clausurando centros de atención primaria, menguando la capacidad de intervención de los hospitales, disminuyendo la actividad de los quirófanos, además de recortar prestaciones económicas del personal sanitario, tal como ocurre en Cataluña y en otros lugares del Estado.

En ese coro que entona la melodía del recorte hay que sumar a José Ramón Bauza y sus adláteres, quienes, después de aumentarse sus sueldos, han iniciado el camino que lleva al desempleo a cientos de empleados públicos.

Cándido Méndez y Fernández Toxo, UGT y CC OO han situado el problema en su justo lugar ya que la realidad nos muestra que nos hallamos ante el agotamiento del modelo de crecimiento económico y sólo a través de su modificación es razonable pensar que las cosas puedan comenzar a cambiar, aunque por ahora los augures pronostican más crisis, menos crecimiento y mayor desempleo.

Miembro del consell polític de INICIATIVAVERDS-EQUO


19/10/2011

Chascarrillos

Chascarrillo: "Anécdota ligera y picante, cuentecillo agudo o frase de sentido equívoco y gracioso" (Diccionario de la RAE).

Todo parece indicar que, en nuestro país, el único beneficiario de la crisis económica es el Partido Popular. En realidad se trata de una terrible paradoja ya que las criticas que los populares lanzan, siempre imprecisas y de carácter genérico, día sí y día también, sin piedad y de manera contundente hacia el gobierno de Rodríguez Zapatero, no se suelen complementar con las propuestas alternativas que serian de esperar de los que aspiran a gobernar desde la Moncloa.

Los populares continúan ocultando a la población sus verdaderas intenciones. Dicen que hay que crear empleo; pero no con qué medidas, dicen que la situación es desastrosa, que lo es, pero siguen sin explicar cómo salir de ella.

A cualquier atento observador no se le debería escapar de qué manera piensan hacer frente a la crisis las gentes de Mariano Rajoy. Los populares obedecerían a pies juntillas las exigencias exteriores y atajarían por el camino que ya vemos como cuaja en la Cataluña convergente de Artur Mas. Allí, en el parlamento catalán, los recortes sanitarios y en beneficios sociales se han evidenciado en unos presupuestos totalmente apoyados por el Partido Popular el cual, a más a más, obtiene el beneficio de poseer un alcalde de claros tintes xenófobos en Badalona con la aquiescencia de CiU.
Estamos ante una de las mayores estafas políticas de la democracia. Ahora, a poco tiempo de las elecciones generales, con un mapa azul de envergadura, toca continuar erosionando al gobierno para que tome las medidas que, en cualquier caso, si el PP gobernara también tomaría, pero con contenidos aún más lesivos para los intereses de la mayoría de la población.

Ahora, recortes en cargos y sueldos que no son más que el chocolate del loro por su escasa entidad y después veremos fallecer el Estado del Bienestar con recortes drásticos en áreas como la sanidad y la educación así como en las prestaciones sociales. ¿Alguien lo duda?

Los populares saben que la crisis deteriora seriamente el apoyo popular de todos los gobiernos que la gestionan. Tanto la derecha como la izquierda política, de Sarkozy y Berlusconi a Papandreu y Zapatero, incluso la conservadora Angela Merkel recoge un desgaste entre sus electores. Así lo evidencian las últimas elecciones regionales francesas, los recientes comicios municipales en Italia o el fuerte retroceso del partido conservador alemán en las elecciones regionales de Sajonia-Anhalt donde los verdes duplicaron sus resultados electorales.

Por supuesto, la crisis desgasta con mayor virulencia a los gobernantes de los países europeos más débiles: Grecia, Irlanda y Portugal y en una situación comprometida se encuentra España. Los populares centran todas sus esperanzas y estrategias en ahondar en la erosión que la situación provoca para obtener beneficio electoral. Vaya por delante mi disconformidad con las medidas que toma el gobierno socialista. Considero que hay otros caminos para hacer frente a la crisis que no sea sobre la base de incrementar el sufrimiento de la mayoría, pero me indigna –hay muchas razones para indignarse– ver el oportunismo político de los que utilizan la crisis sólo con el objetivo preferente de alcanzar el poder, a cualquier precio, sin escrúpulos y sin sentido de la responsabilidad
Si alguien duda de lo que hasta aquí expuesto baste con observar y oír las reiteradas interpelaciones de Soraya Sáenz Santamaría o de Pío García-Escudero quienes a fuerza de repetir chascarrillos y ocurrencias exclusivamente dirigidas al rédito electoral, una en el Parlamento y otro en el Senado, han llegado a hartar de tanto espectáculo circense al común de los mortales hastiados de tantos sarcasmos y frivolidades a costa de una crisis que afecta a muchos y de la cual todo indica que sólo intentan sacar tajada.

Palma, 24 de julio 2011

Indignados: ¡indignaos!


En el frontispicio de los recientes movimientos contestatarios de nuevo cuño se encuentra el alegato a la rebeldía que contiene la obra de Stéphane Hessel cuyo título ¡Indignaos!, ofrece, una clara propuesta de movilización, siendo su eje básico la irritación que una amplia franja de la población manifiesta con las medidas tomadas ante la crisis económica que lesionan gravemente los intereses de amplios sectores de la sociedad.

Las movilizaciones también evidencian un cierto agotamiento del modelo político que sustenta las democracias occidentales que padecen un alejamiento creciente entre el mundo de la denominada “clase política” y el resto de la población.

El éxito editorial de la obra sugiere esa articulación de la protesta, cuyo denominador común es el descontento, que a su vez también propicia apatía y el descreimiento. No es para menos ya que una simple observación del comportamiento del mundo de la política y las finanzas nos muestra de qué manera son los olvidados de la tierra, los más débiles, los que deben responder con su sacrificio a las medidas que los gobiernos toman obedeciendo las directrices procedentes de los poderosos.

El lujo y el despilfarro, acompañado por una obscena política que continúa primando a los altos ejecutivos de la banca y de las grandes empresas, es el reverso de una sociedad con una tasa de paro insultante, un mundo laboral con derechos en proceso de precarización y un deterioro de las conquistas que determinaron el denominado Estado del bienestar que se encuentra ante el peligro de perder sus mejores atributos.

Si existe una coincidencia con los movimientos contestatarios que protagonizan las revueltas en el mundo árabe, especialmente en el norte de África, es la indignación. Unos se empeñan en conquistar una sociedad plena en derechos democráticos hallándose frente a longevas dictaduras que no dudan en actuar de manera intolerablemente agresiva hacia sus propios ciudadanos. Otros encarnan la protesta de los que muestran su alejamiento de un modelo, formalmente democrático, pero que excluye a la ciudadanía de los procesos de toma de decisión reduciendo al compromiso político al voto cuatrienal.

En ambos casos Internet y las redes sociales como Facebook o Twitter juegan un interesante y novedoso papel de intercomunicación horizontal como instrumento que cohesiona criterios y propicia voluntades comunes especialmente entre los más jóvenes que no aceptan la resignación. Estas nuevas formas de comunicación tienden a romper el monopolio ejercido por los medios de comunicación clásicos y de los partidos políticos como poseedores exclusivos de la formación de la opinión pública y la emisión de propuestas, críticas o análisis.

Una larga fase de liberalismo desaforado ha derivado en una crisis económica y financiera provocada por el descontrol de unos poderes sin escrúpulos cuya dinámica sólo obedece a la ley del máximo beneficio. La crisis ha puesto de manifiesto las desigualdades de los diversos territorios que comparten el proyecto europeo, la fragilidad de sus economías y un evidente cuestionamiento de los fundamentos que sostienen los sistemas más avanzados de estabilidad social.

La indignación se ha convertido en un elemento homogenizador de la protesta sin considerar un programa alternativo que muy probablemente nunca aparezca ya que te intentarse se podría en evidencia una causalidad heterogénea. La pelota, pues, continúa en el tejado de los partidos políticos que, en general se muestran como un verdadero embudo que obstaculiza la participación y denigra el ejercicio del compromiso ciudadano con la cosa pública como evidencian los casos de corrupción política.

Situar el problema de la actual esquema bipartidista y el simultáneo empobrecimiento de la vida política en el ámbito exclusivo de la reforma de la Ley Electoral, ya sea introduciendo un sistema de mayor proporcionalidad en la representación o la aplicación de criterios de listas abiertas, no creo sea una solución real ya que, sin menospreciar sus efectos positivos, no incidiría en el verdadero problema el cual está ubicado, a mi entender, en el interior de los partidos políticos que muestran una escasísima estructura democrática y un control efectivo de clanes sujetos a intereses orgánicos sin considerar el servicio público como eje central de su actividad.

No basta con limpiar las candidaturas y a la vez mantener los esquemas participativos espurios que han posibilitado la ineficacia, la corrupción y una idea egoísta e incívica de la participación política.

Y con todo, uno esta convencido que no votar es una manera más de propiciar que lo que no gusta sea una realidad que también se nutre del retraimiento de demasiados electores.

Palma, 2011-05-18

Pep Vílchez

A 80 anys de la II República


Hores d’ara existeix una amplia bibliografia referida als anys de vigència de la II República, poc a poc els estudis seriosos a les illes, a cadascuna de elles i arreu de l’Estat espanyol ens donen a conèixer els trets fonamentals d’aquell període. Els ulls dels investigadors seriosos que miren cap a aquells anys ho fan des de la perspectiva d’avui però, sense vulnerar els fets, incidint cap a criteris interpretatius des de l’òptica democràtica, com no podia ser d’altra manera.

La victòria dels republicans no fou bèl·lica, de fet patí una derrota de greus conseqüències: repressió, exili i una llarga i dolorosa dictadura. No obstant la victòria moral, la que a la llarga possibilità el seu reconeixement, fou la de la democràcia. Hi ha qui no sap distingir entre un règim democràtic i el setge que els totalitarismes de caire feixista practicaren durant els anys trenta i quaranta contra totes les democràcies fins que la lluita del pobles va aconseguir restituir l’hegemonia dels valors democràtics després de la derrota dels règims nazi-feixistes.

Per això, els que hores d’ara encara obstaculitzen la memòria democràtica, ens mostren, agradi o no, una intolerable complicitat amb els feixismes. Avui els podem reconèixer, amb tota claredat, en aquells que s’oposen a la dedicatòria del Mur de la Memòria redactada per l’escriptor Llorenç Capellà o en aquells, sempre els mateixos, que no desitgen la restitució de la dignitat de les víctimes del franquisme.

Un any més, doncs, cal recordar públicament l’aportació dels demòcrates que lluitaren i patiren pels ideals que avui són internacionalment reconeguts com són els de les llibertats polítiques democràtiques fonamentades en el respecta escrupolós dels Drets Humans arreu del món..

Pep Vílchez

14 d’abril 2011

Su único objetivo

Ninguno de los gobiernos de los países afectados por la crisis financiera pudo prever la magnitud y las consecuencias económicas del crack. La reacción de los poderes políticos fue un arrebato de primeros auxilios que supuso un enorme desembolso, procedente de las arcas públicas, destinado al rescate de las entidades financieras e incluso de importantes sectores industriales –como sucedió con empresas automovilísticas.

El gobierno de Rodríguez Zapatero, vinculado a una política de corte socialdemócrata en lo económico y progresista en relación a la ampliación de derechos individuales y colectivos, reaccionó negando la evidencia por la convicción, compartida por amplios sectores de la banca, el comercio y la industria, de que asumir la presencia de la crisis provocaría su aceleración y desarrollo.

En el Estado español, la crisis generalizada destapó una latente situación anómala en el sector inmobiliario, la denominada burbuja, largamente alimentada por la banca a través del crédito a la promoción constructiva y un fácil acceso a la propiedad por la vía del crédito hipotecario.

El dinamismo del anterior crecimiento económico resultó fatal al no fundamentarse en la economía productiva y ceñirse al desembolso financiero, fomentando el endeudamiento interbancario –especialmente con la banca francesa y, en menor medida con la alemana–, empresarial y de las economías domésticas lo que se convirtió en un verdadero talón de Aquiles de la economía española.

La crisis afectó de lleno al sector de la construcción. La especulación se había adueñado del negocio inmobiliario provocando una subida sostenida y desorbitada del precio del suelo y de los bienes inmobiliarios, apareciendo personajes característicos cuyo perfil nos ofrece la faz del período, baste con citar al llamado El Pocero o la hiperactividad de un Enrique Grande.

La especulación aceleró la corrupción política generalmente vinculada al pelotazo inmobiliario y al impulso de grades proyectos faraónicos que hoy están en entredicho al sumarse despilfarro, ineficiencia y corrupción, como muestra basta con evocar los casos objeto de proceso judicial que se siguen en Mallorca, por cierto, exclusivamente protagonizados por la derecha política a través de la gestión del Partido Popular y Unió Mallorquina.

Son los años del efecto llamada que determinó la llegada de cientos de miles de inmigrantes atraídos por el espejismo de una economía en constante crecimiento. De ese festín participaron tanto los gobiernos de Rodríguez Zapatero como los de José María Aznar así como municipios y comunidades autónomas con independencia de su signo político.

De hecho, la situación de unas arcas públicas repletas coadyuvó a que los gobiernos de Zapatero activaran el desarrollo del gasto social proteccionista. Era la hora de repartir y de desarrollar una loable política de ampliación de derechos sociales, aunque exclusivamente sustentada en el espejismo desarrollista.

La primera reacción del gobierno de Zapatero frente a la caída de la actividad se limitó al incremento del gasto público, con el objetivo de reducir el impacto de los efectos nocivos del crecimiento del desempleo, poniendo en marcha el llamado Plan E financiado por lar arcas del Estado, gestionado en gran parte por los municipios y destinado a fomentar la actividad de las empresas privadas beneficiadas de la contratación de obra pública. Paralelamente se adoptaron importantes medidas de ampliación de la cobertura económica de los desempleados.

Esas actuaciones, que hoy cabe considerar miopes e improvisadas, partían de la convicción de que con estas medidas era susceptible desactivar la desaceleración por la creencia de encontrarse ante una crisis de ciclo corto. Esta percepción afectó a múltiples países perdurando hasta colisionar con la evidencia de hallarse ante una crisis de largo alcance, cuya magnitud y profundidad en Europa quedaba demostrada por el caso griego y la caída del paradigma neoliberal irlandés.

La realidad mostró una situación mucho más compleja que destapó todos los antagonismos que el sistema de mercado venía arrastrando. La globalización y la irrupción en la economía de mercado de los antiguos países de la COMECON, la penetración en los mercados de la liberalizada economía china, la eclosión de las economías de parte del sudeste asiático, así como de países emergentes de amplia base poblacional como India o Brasil, provocó un severo desajuste en la correlación de fuerzas internacional surgida de los conflictos bélicos mundiales del siglo XX.

El hundimiento griego puso en evidencia la gravedad de una situación que amenazaba seriamente la estabilidad del proyecto europeo. Las economías más débiles pasaron a estar en el punto de mira de los mercados de adquisición de deuda pública que desconfiaban de su solvencia. Al rescate de Grecia, le sucedió Irlanda y Portugal tiembla ante la posibilidad de la irrupción desestabilizadora; España aparece como la posible víctima siguiente.

En este contexto, el gobierno socialista adopta un cambio radical en su política económica y se pliega sin fisuras a las exigencias externas con el fin de poder garantizar la fiabilidad suficiente para poderse nutrir de la financiación necesaria, por la vía de le emisión de deuda pública, que se encuentra amenazada por una política de tipos elevados. De ahí la congelación de las pensiones y de los salarios de los funcionarios públicos, le Reforma Laboral y los proyectos de modificación del sistema de pensiones.

Así las cosas, no es razonable pensar que el Partido Popular posea otra política que la que está aplicando en la actualidad el gobierno de Rodríguez Zapatero y, en cualquier caso, si en algo diferiría sería en una mayor dureza en las medidas de ajuste, lo cual, con seguridad, redundaría en un mayor menoscabo de los derechos y condiciones de vida de los ciudadanos, incluidos pensionistas y funcionarios.

No podría ser de otra manera ya que no poseen otra política que la del recorte del gasto público y, por tanto, se miente por omisión al ocultar a la opinión pública las verdaderas intenciones negándose a concretar las medidas que en su caso adoptarían. Del partido de Mariano Rajoy sólo consta fehaciente existencia de una actitud oportunista: el beneficiarse de la crisis con el único objetivo de la toma del poder político, primero en municipios y comunidades autónomas y, posteriormente, en la Moncloa.

Pero, la realidad es que esta situación relatada, no es percibida así por parte de los que verdaderamente acaban decidiendo el color de los futuros gobiernos. Me refiero a los llamados indecisos, amplio sector del electorado que suele coincidir con la franja más desinformada de la población y, por tanto, la que presenta mayor posibilidad de ser engañada y manipulada.

El único mérito que poseen Rajoy y los suyos es el no hacer nada y obstaculizar la recuperación económica y el desmérito que les acompaña no es otro que el estar anclados en la mentira como estratégica que les facilite deshacerse del lastre de la corrupción política y presentarse como salvadores, aunque sea sin salvavidas.

Diga lo que diga José María Aznar, no es imaginable que Mariano Rajoy, en el supuesto de alcanzar plaza en la Moncloa, hiciera odios sordos a las tiranas exigencias de los mercados.
Palma, 16 enero 2011-01-14

Pep Vílchez
Publicat a Diario de Mallorca, 21/01/2011