Llorenç Bisbal Barceló

¡HORROR A LA GUERRA!!

 Se necesita haber nacido entre salvajes y no tener el más pequeño átomo de condición humana para no sentir el más profundo horror a ese monstruo que se llama guerra. ¡Quien no se entenebrece ante sus espeluznantes consecuencias!

 Los hombres han nacido para realizar un fin más elevado que el de destrozarse mutua y bárbaramente. La misión de la humanidad es más grande, más sublime.

 La vida es algo más seria y venerable para que se la mire con tan poco respeto y se atente contra ella a cañonazos.

 Las guerras pudieron tener justificación en las primeras edades humanas puesto que involucraban el derecho por la existencia. Entonces que la Naturaleza daba de sí escasísimos medios de vida a los hombres y que estos no conocían la agricultura ni adelanto alguno para producirlos artificialmente, entonces era natural y lógico que acudieran a las armas para disputarse violentamente esos medios de vida, asegurándose la existencia los más fuertes. En aquella época eran las guerras necesidades puramente naturales, obraba únicamente el instinto de conservación, la necesidad de vivir.

 Pero en la presente edad de civilización y de progreso que nos encontramos, en que la agricultura y las industrias han adquirido tan enorme desarrollo; que las ciencias han dominado tanto a la naturaleza dando impulso a todos los ramos del saber; que la Humanidad, con su trabajo de millares u millares de años ha creado y esparcido por todos los ámbitos de la tierras las más variadas y abundantes riquezas, que las fuerzas productivas existentes laboran medios de vida que superar de mucho a las necesidades humanas, dándose el caso estupendo de que haya personas que de ellas solas poseen para vivir holgadamente diez mil familias; en la época presente que de todo abunda para vivir todo el género humano con solaz y holgura, ¿qué justificación, qué necesidad, qué razón de ser tienen las guerras? ¿Es que ahora se azota a la humanidad con las guerras sólo por satisfacer el orgullo y el afán de dominio de cuatro reyes y emperadores? ¿Es que la codicia de cuatro capitalistas sin entrañas nos lleva a estas hecatombes?

 De todos modos, en el siglo que nos encontramos la guerra es un absurdo contra la vida, un crimen de lesa humanidad, un ultraje a la civilización, una expresión de incultura, una manifestación de violenta barbarie, un reflejo fiel del salvajismo, que embrutece, desmoraliza, empobrece, mata, destruye, produce la demencia, engendra el hambre, siembra el llanto la miseria y la peste. Este es el séquito de calamidades que acompaña a la guerra sin que ni una virtud buena, pequeña ni grande tenga para la humanidad.

 Horror a ese monstruo infernal que vampiriza ahora en los campos de Europa!

 ¡Levantémonos contra él todos los proletarios del mundo, todos los que directa o indirectamente somos sus víctimas, todos los que rendimos culto a la vida y al progreso, todos los que edificamos y embellecemos la existencia; todos, en fin, los que amamos a la humanidad y anhelamos que ondee entre los hombres el pabellón de la paz universal!

 Para mi esa paz es el Socialismo y a él me abrazo con todo corazón y conocimiento. No veo otro santo que pueda producir el milagro.

 Lorenzo Bisbal

 EL OBRERO BALEAR, Núm. 654, 22 de agosto de 1914


 

Frente al enemigo

Cuantos llamándose liberales no hayan olvidado aún la política cruel que inauguraron los conservadores en verano de 1909, no podrán de menos de prescindir de ciertas consideraciones, que debido a ellas luchaban contra el adversario por su cuenta propia, para que en los momentos actuales y mientras las libertades peligren se usan todos los elementos progresivos para por este medio conseguir que el derecho de ciudadanía adquiera verdadero respeto.

No basta que la protesta internacional, efectuada por las naciones cultas, echara del Poder al funesto político que tantas víctimas inmoló en aras de su soberbia; es preciso volver por el honor de España a incapacitar políticamente al autor de tanto desastre. Y para lograr ambas cosas, es necesario tengamos presente en todo momento al enemigo, al objeto de no transigir en la lucha empeñada hasta conseguir el fin propuesto.

Por lo que a Mallorca se refiere, no ignoramos la fuerza con que cuenta el partido conservador, y que los partidarios del Sr. Maura, a más de poderosos, no reparan en los medios cuando de luchas se trata; circunstancias éstas, en extremo para ellos favorables. Sin embargo, aún en condiciones de inferioridad, debido al grado de esclavitud económica que disfruta el obrero mallorquín, hemos de aprestarnos para la lucha, esgrimiendo como única arma la verdad clara y desnuda; la que en realidad no conocen muchísimos de los explotados de bastantes pueblos de la Isla.

Por tanto se hace indispensable que las Agrupaciones socialistas de los pueblos, ilustren a aquellos compañeros, sacándolos del letargo en que yacen y convenciéndoles de la necesidad de trabajar a favor de su redención, para que en lo sucesivo se dispongan a ejercer sus derechos y dejen de servir de instrumento al detestable cacique.

Nuestra alianza con los republicanos tiene por objeto aumentar el número de fuerzas con que hemos de hacer frente a la reacción y a cuantos se opongan a nuestro avance, y cuantos más adeptos aportemos los socialistas a nuestro campo, no solo vamos engrosando el Partido Socialista, sino que también más fuerzas prestamos a la Conjunción republicano-socialista. Pues, aunque estamos convencidos de que solo con la transformación de un régimen colectivo no cesará la explotación del hombre por el hombre. También es cierto que en un régimen republicanos hemos de obtener para nuestra causa muchas más ventajas, y por esto deseamos su implantación. Como tampoco olvidamos que la mejor garantía para que el señor Maura no vuelva a ocupar el Poder es transformando el caduco régimen monárquico.

Por tanto, no desmayemos en nuestra labor organizadora construyendo Agrupaciones socialistas y sociedades de resistencia, que a la vez que nos unimos los explotados para realizar fines de gran  transcendencia, trabajos para imposibilitar se vuelva a posesionar del Poder la odiosa reacción; librando así a España del estado misérrimo en que se halla, al mismo tiempo que cumplimos como buenos ciudadanos-

EL OBRERO BALEAR / Núm 468, 4 de marzo de 1911

                          Vista de Barcelona durant la Setmana Tràgica, amb esglésies i altres edificis cremant.

Francesc Ferrer i Guàrdia


Antoni Maura i Montaner