El pasado 27 de septiembre el Grupo Socialista (PSIB-PSOE) realizó en el Parlament Balear una proposición no de ley dirigida a la recuperación de la memoria histórica de la Guerra Civil y la posguerra contando con el apoyo del PSM, EU-Els Verds y UM y la oposición del PP, 28 votos a favor de la proposición y 29 en contra. Las palabras del portavoz popular, Joan Huguet, fueron hirientes al calificar la proposición socialista como "una farsa basada en una tragedia". Posteriormente el portavoz popular ha precisado su opinión (DM 3/10/2005) quitando hierro a su vehemencia parlamentaria. El hilo argumental del PP para oponerse a la propuesta socialista es el de siempre: "no resucitar fantasmas". Parece ser que a más de treinta años de la muerte de Franco y casi setenta de su sublevación no es tiempo suficiente como para analizar el franquismo con perspectiva histórica sin necesidad de beligerancia alguna.
La coartada está en que la transición hacia la democracia puso punto final y no cabe hablar más de ello. Cuando las Cortes aprobaron en 1978 el proyecto de Constitución ésta fue sometida a referéndum. En aquella ocasión mi voto no sólo fue afirmativo sino que realicé campaña a favor del sí. De todo ello nunca me he arrepentido y si volviera a suceder actuaría de igual manera, siendo falso que en aquel período existiera en el ámbito político consigna alguna en relación a silenciar tal o cual aspecto relacionado con la guerra civil o con el franquismo. Sólo el sentido común aconsejaba priorizar la llegada de la democracia sobre cualquier otra consideración. No se pidieron cuentas por los crímenes y tropelías cometidos durante y después de la guerra por las huestes de los generales golpistas y si entonces no cupo esta actitud menos cabe ahora que los protagonistas han finalizado su ciclo biológico natural. A otras dictaduras sí se les ha pedido cuentas y se han abierto causas incluso desde aquí como ha sucedido con las actuaciones del juez Garzón con las dictaduras del cono sur americano.
Pero el que la transición haya sido generosa y haya mirado hacia el futuro para propiciar una verdadera reconciliación cívica no debe ser obstáculo para llamar a las cosas por su nombre y en exigir que la verdad -toda y no sólo parte- aflore y sea conocida por las futuras generaciones que deben saber lo que fue y significó el nazi-fascismo ya sea italiano, alemán o español. No puedo dejar de considerar como mezquina la chanza con que algunos articulistas de renombrado raigambre derechista tratan el tema de la contienda civil y del franquismo. Deben enterarse de una vez que sí, que todavía, por desgracia, hay cosas que aclarar. En primer lugar saber cuantos, quienes y dónde fueron asesinados aquí en Mallorca y, en todos los casos, que sus familiares sepan dónde reposan sus cuerpos y sobre todo que el sacrificio de su muerte quede compensada con el reconocimiento de todos los demócratas ya que al fin y al cabo su muerte fue por la causa de la libertad.
Hay que recordar, una vez más, que la derrota de la República ante las fuerzas militares que se alzaron en su contra no fue más que un prolegómeno de lo que luego sucedió en el resto de Europa y del mundo. La Guerra Civil no sólo represento el fracaso de la República sino el de todo el país que perdió la oportunidad histórica de encontrar equilibrio, estabilidad y progreso. El mismo abanico de fuerzas que se enfrentó a las formaciones militares africanas formadas por regulares y legionarios apoyados por la Legión Cóndor y el Grupo de Tropas Voluntarias italianas tuvieron que batirse en múltiples escenarios contra las fuerzas del Eje. Tras la victoria aliada el régimen franquista fue internacionalmente repudiado y excluido durante un largo período de la comunidad internacional de naciones. Por razones de carácter internacional el régimen franquista se perpetuó tras un barniz anticomunista y negó a todos los ciudadanos derechos cívicos y democráticos irrenunciables.
Si, es preciso saber. Saber cuantos murieron, conocer las fosas comunes o entierros irregulares, proceder a la rehabilitación de los nombres de aquellos que sufrieron procesos judiciales sin garantías, proporcionar los honores debidos a los cargos perseguidos por sus ideas democráticas y eliminar todos los símbolos fascistas para cerrar de forma elegante y definitiva una puerta aún hoy entreabierta.
17 de d'octubre del 2005
Pep Vilchez